La universidad en Colombia sufre en la actualidad una crisis funcio- nal que atenta contra su propia naturaleza. Se le imponen desde afuera unas funciones mercantilistas, mecánicas y burocráticas que la distraen de su labor intrínseca, que es la de educar a seres humanos integrales y la de intervenir positivamente a través del conocimiento y el diálogo ra- cional en la vida política, económica, social y cultural de la región donde se encuentra. La universidad colombiana está en mora de atender al lla- mado de la sociedad que la reclama como “un proyecto político, social, económico y cultural, que desde su quehacer interpreta, interpela y parti- cipa de los procesos sociales con un sentido crítico y de responsabilidad, fundamentado en el desarrollo humano, social y sustentable” (Malagón, 2005, p. 49).