Las prácticas estético-artísticas contemporáneas han configurado formas de inscripción social y expresión cultural relevantes en sociedades que atraviesan o atravesaron en otros momentos históricos por periodos de violencia y/o transiciones políticas. Estas prácticas pueden emerger bien sea como escenario y expresión de denuncia, o bien desde formas menos comprometidas ideológicamente. Así, se convierten en gestos estéticos, perspectivas, registros, maneras de mirar y expresar que permiten formas de enunciación y visibilidad de otros sentidos emergentes de las violencias, al igual que formas concretas en que las sociedades actuales se relacionan con el pasado.