Diferentes autores contemporáneos consideran que la única manera de comprender y asumir la problemática del sufrimiento y del mal en el mundo desde la fe en un Dios bueno y justo —sin que sea contradictorio o moralmente inaceptable— es reconocer que ese mismo Dios ha decidido no mostrarse todopoderoso, sino más bien “débil”, sin intervenir en la historia y solidarizándose con los que sufren en este mundo. En general, los autores que defienden esta tesis saben que están contradiciendo las ideas comunes sobre la omnipotencia divina, pero afirman que esas ideas comunes no corresponden con la divinidad que se revela en la genuina tradición bíblica.