Fray Juan Grande llegó a Buenos Aires como consecuencia del naufragio de la embarcación en la que se conducía. Tal vez como consecuencia de haber salvado su vida —¿promesa, acción de gracias?— decide ingresar a la vida religiosa y es admitido en el convento de San Pedro Telmo de la Orden dominica. Producida la Revolución de Mayo los europeos son obligados a dejar Buenos Aires; fray Juan Grande es enviado al convento de Santiago del Estero y se le asigna la tarea de maestro de primeras letras. La escuela del fraile es singular por dos razones: es mixta, en tiempos en que la educación de la mujer no era relevante y abierta a todos los sectores sociales. Fue maestro por cuarenta y cuatro años, hasta 1856. Formó a cuatro generaciones y muchos de sus discípulos tuvieron destacada participación, pues cincuenta fueron sacerdotes, hubo numerosos abogados, políticos y jueces.