Entre 1861 y 1875 se impuso en Ecuador un proyecto político católico y modernizador que logró avances importantes en consolidar un Estado nacional de difícil construcción. Cuando Gabriel García Moreno fue electo presidente por la Asamblea Constituyente de 1861, aún seguían vivos los trastornos que habían sumido al país en una crisis desinte- gradora. García se erigió como el hombre “necesario” que instauraría un régimen conceptuado como el más consistentemente conservador del continente. Demostró ser un férreo constructor de nación que lo- gró conjuntar el consenso condicionado y crítico de las élites regiona- les bajo la promesa de modernizar el país, ponerlo en sintonía con el “espíritu del siglo” e integrarlo en el plano territorial, administrativo, poblacional, cívico y educativo. Su propuesta de “progreso con orden” se proponía hacer un eficiente manejo de los recursos fiscales, combatir la anarquía y controlar las corporaciones.