En el año 2017, haciéndole frente a la consigna de profundizar la democracia, la Universidad de Caldas modificó sus normas para elegir al rector de la institución. En el año 2018 se inició el proceso para designar a quien ocuparía el cargo durante el periodo estatutario 2018-2022. Las normas fueron insuficientes para resolver el problema que suscitó el resultado del proceso. El rector fue posesionado en medio de protestas en las que se objetó discrecionalidad, arbitrariedad, ilegalidad e ilegitimidad. Ese caso, presentado de manera narrativa a lo largo del texto, tiene un poder explicativo que permite entender que los vacíos, lagunas o anomias no provienen de las normas y por ello la analogía es posible incluso con aquella norma de la que se reputa el vacío, que el hecho de que haya votación en un proceso no quiere decir que haya democracia, que la democracia no es posible sin reglas, sin el derecho, y que, con o sin democracia, la legitimidad es mucho más que un asunto de votos.