La literatura y la historia siempre han estado imbricadas, y provienen de una misma madeja: la cultura. Ambas han sido el fruto de la expresión de esas sociedades que exteriorizan su sentir y pensar, su ideología, creencias, religión, pasado. A través de ellas también expresan su identidad, su ser en el mundo, la manera en la que conciben su existencia. Desde esta perspectiva también se consideran las múltiples expresiones de la fe como formas de conocer el modo en que los hombres se encuentran en el mundo.