Las ciudades latinoamericanas son el resultado de la estrategia de un imperio urbano como fue el que construyó España en las Américas. España conquistaba y fundaba ciudades y al contrario del Imperio portugués, la huella de la urbanización marcaba la búsqueda de recursos. Donde había minas se fundaban ciudades mineras, donde había poblaciones de nativos tributarios se fundaban ciudades administrativas, y las ciudades puertos aseguraban la conexión con la metrópoli distante. Todas estas ciudades, así como las villas y parroquias de ellas dependientes, eran creaciones del Estado, y es por lo que una de sus funciones era la de representarlo. Es así como, más allá de su tamaño o de su esplendor arquitectónico, la existencia de la ciudad está asociada a la significación del poder real.