La sal, en el interior del Nuevo Reino de Granada, desde la época prehispánica, se había convertido en un producto indispensable para el consumo humano y para la mediación de relaciones de intercambio y reciprocidad entre los indígenas productores y consumidores. Durante la segunda mitad del siglo XVI, con el surgimiento de los asentamientos hispanos y la creación de las ciudades coloniales, este producto de limitado acceso fue objeto de codicia por parte de los españoles, quienes buscaron apropiarse de los yacimientos de agua salobre a través de mercedes de tierra y de la explotación del trabajo indígena en la producción de sal, como podrá evidenciarse en este texto, que es resultado de un proyecto de investigación.