Este artículo hace un examen crítico a aproximaciones tradicionales al muestreo cualitativo para la evaluación y la investigación de políticas públicas. En general, se trata de un debate lleno de contradicciones y de lugares comunes que limitan la capacidad de comprender mecanismos complejos que subyacen a la existencia de fenómenos o eventos sociales. Como alternativa, se exaltan las bondades del muestreo realista y su lógica de estudiar, verificar y refinar teorías preliminares sobre el cómo, el cuándo y el porqué de las políticas públicas. Se concluye que los principios del realismo deben invitar a investigadores y a evaluadores expertos, y también a instituciones contratantes de estudios y evaluaciones sociales, a replantear prácticas y definiciones metodológicas frente a la escogencia de muestras cualitativas.