<p style="text-align: justify;">La pedagogía como fundamento del proyecto educativo, más que ofrecer herramientas para el desarrollo de procesos, tiene el compromiso de construir experiencias de vida. Así, se acoge la hipótesis de cómo un proyecto educativo basado en el desarrollo de competencias afectivas, puede intervenir no solo procesos cognitivos desde las habilidades para el aprendizaje, sino también vincular elementos pedagógicos para la reconstrucción de las estructuras sociales primarias; familia y escuela. Desde esta perspectiva, puede que haya un cambio de dirección frente a las cuatro preguntas básicas para la elaboración del currículo; ¿Qué enseñar?, ¿Cuándo enseñar?, ¿Cómo enseñar? y ¿Qué; cómo y cuándo evaluar? (Zubiría, 2014) para trascender al ¿Cómo desarrollar la actitud de querer aprender?, ¿Con qué actitud se debe enseñar y cómo se espera que respondan los estudiantes?, ¿Qué motivaciones tienen los estudiantes para querer aprender? y ¿Cómo evaluar su progreso en virtud de su formación como ser-humano? En resumen, desde un enfoque cualitativo-descriptivo-pre post facto, se pretende demostrar que al trabajar un proyecto educativo desde el sujeto como ser-afectivo, podría permitir a los directivos, docentes, padres de familia y estudiantes, asumir la educación como una experiencia de vida que permita revolucionar una educación humanista hacia la construcción de una escuela humanitaria.</p>