La noción de calidad de la educación superior permea casi de manera ubicua el discurso contemporáneo en todos los aspectos del estamento universitario. El origen mercantil de tal acepción no es velado para nadie, de manera que la implementación de vocabularios propios del mundo empresarial –que proponen a la educación como un servicio, a los estudiantes como clientes, y de manera general, a la universidad como una empresa– se convierte en una realidad concretada en políticas nacionales, aterrizadas en pautas en los niveles internos de cada universidad, conformando imaginarios culturales seguidos por directivos, docentesy estudiantes.