En las disímiles variaciones de esa faena imperial de la razón actuante como lo es el acto educativo, aquella que se ocupa del hallazgo y enriquecimiento de la Sensibilidad Civilizatoria, a través de su ejercicio instructivo/orientador, nos enfrenta a no pocas encrucijadas de compleja descripción.No pretendo significar en esta ocasión, los intrincados nudos de esta praxis que ya he ubicado en términos de “práctica pedagógica confrontada” , sino de reiterar cómo el camino hacia una intención epistemológica de la formación artística en nuestro contexto, nos obliga a la par de la búsqueda de metodologías o preceptos, a priorizar cual es el sentido y finalidad de la formación artística en atención al encargo educativo. Para este peculiar orden de reconocimiento de la conciencia y capacidad práctica del hombre que lo compulsa en los afanes hacia el triunfo de sus íntimas y públicas glorias, resulta de justa estimación esa inteligencia americana, siempre franqueadora ante muy diversas disyuntivas, ya advertidas por Alfonso Reyes.