Es cierto que, en el museo de Orsay, la obra de Ónice goza de un resplandor por su temerario título: “La naturaleza descubriéndose ante la ciencia”, pero se olvidan que los primeros filósofos conocidos como filósofos de la physis ya habían construido la relación filosofía-ciencia. Por ejemplo, Demócrito, filosofó sobre los devenires o cambios en la naturaleza, deja claro que todo lo que se mueve está en un constante devenir. Con esa teoría queda enmarcado un eterno retorno entre las ciencias y la filosofía; los cambios son constantes, además se permiten giros en las miradas desde la filosofía como desde las ciencias. Están en un constante devenir unidas entre sí.