La idea de canon siempre ha estado ligada a la de tradicion y a la definicion de una serie de obras consideradas como clasicas: «Existen tradiciones en las que los autores se consideran “estandar” porque parecia que valoraban la moral y los principios intelectuales correctos o que demostraban un dominio del pensamiento preciso» (Harris, 1998, p. 38). En contraposicion al canon biblico que permanecia cerrado y monolitico, el literario permite anadir obras nuevas y renovadas. De esta manera, la permanencia cultural de las obras se situa en su resonancia dentro de la conformacion de un sistema social y cultural determinado. Aunque para Hans Robert Jauss el canon literario es una «serie de obras magistrales» (2000, p. 22), se hace evidente que el terreno canonico esta poblado de tensiones constantes, de una pragmatica destructiva entre lo nuevo y lo antiguo, la clausura y la liberacion, que evoluciona para superar el canon anterior. Sin embargo, las discusiones en torno a la dinamica de este no rebasan su propia naturaleza, no se internan en las causas por las cuales es generado, lo que limita la reflexion canonica del binarismo logico. El fenomeno no se describe en evolucion, sino de forma intrinseca, obviando, muchas veces, las contradicciones que lo conforman.