Si me preguntas, si, es cierto que no pretendo hacerte ningun “bien”, demasiado exhausto con nociones de bondad superfluas hasta la insipidez, estupidas y monotonas, aburridoras hasta la fatiga o la esterilidad, solo puedo expresar lo que siento por ti, como el deseo de hacerte el mal que no puedas imaginarte, el mal que espero que tu me hagas: amarnos sin restriccion, sin torpezas esperanzadas ni consideracion o limite identitario. Mis intenciones estan muy lejos de ser “buenas”, lejos de ser “intenciones” en sentido alguno, ademas; porque el mal radical, la expectoracion de sombra que te deseo es otra cosa que lo descifrable o comunicable, abomino de un bienestar “de pareja”, la sosa y simple tranquilidad de esa frustracion permanente que es un noviazgo o un matrimonio en toda regla, refractarios a toda nocion de “bendicion” o dulzura iluminante, es en la mas sospechosa de las tinieblas que nos hundimos, el desproposito inmenso de compartir nuestras muchas debilidades y nuestros demonios incorregibles, o nuestras “personalidades” como alguna expresion de “caracter”, imposturas que se caen de su propio insustancial peso, enganifas que obviamente se tornan insoportables, el ardid de la pesadilla que somos.