En el marco de la gestión empresarial para el desarrollo urbano, el rol del Estado se ha visto supeditado a las lógicas propias del mercado global, las transformaciones urbanas, la potencialización de ciudades como polo de desarrollo e intervención económica y como espacios atractivos para el turismo mundial. Estos procesos se encuentran íntimamente ligados a los flujos del capital y a sus preferencias de localización. Los efectos de este proceso de localización de capitales no se han hecho esperar, estamos frente a ciudades donde no existe sentido de lugar, donde se homogeniza el paisaje urbano y aumenta de forma creciente la fragmentación. Un aspecto característico de este proceso ha sido la generación de grandes proyectos de renovación urbana, especialmente en áreas centrales que con el crecimiento urbano sufrieron un fuerte proceso de marginalización, pero que, conservaron sus ventajas espaciales en términos de accesibilidad, infraestructura y localización, lo cual las convierte en potenciales áreas de oportunidad.