La modernidad, a partir del Romanticismo temprano y la Revolucion Francesa, puso en crisis la relacion tradicional entre arte y politica. Si una de las funciones del arte habia sido la expresion y legitimacion del poder en la historia social y politica, en tanto posibilidades que presentaban expectativas de futuro para la cultura, los artistas comenzaron a diferenciarse y separarse de lo publico al cuestionar el mercado anonimo vinculado al compromiso politico, la instrumentalizacion brutal del arte al servicio de la politica revolucionaria y la utopia, y al alejarse de cualquier vision esperanzadora de transformacion social. Un recorrido que puede ser entendido como una historia de tensiones y opciones frente a lo politico que todavia hoy marca las representaciones dominantes del arte.