En este ensayo se sostiene la tesis de que la mímesis es una práctica humana atravesada por una condición agonística que la torna paradójica. Las visiones divergentes sobre la mímesis de Platón y Aristóteles, así como las de Adorno y Benjamin son el reflejo filosófico de la tensión agonística de la mímesis humana. Esta tensión no se resuelve en la verdad exclusiva de una de las posiciones, sino que se mantiene como potencia creadora que permite crear disyuntivas históricas.