En la Presentación de la edición pasada se daba cuenta, a través de la exposición de unos pasajes de Gadamer y Orwell, de una preocupación por el gran poder que tiene la palabra en sí misma y de la relación entre poder y palabra en el campo de la investigación en las ciencias sociales. En el texto citado de Gadamer, el filósofo alemán inquiere sobre la palabra “auténtica”, cuyo ser-diciente es constituidor de la verdad, no como adaequatío reí et intellectus, sino como creador y fundador de sentido. Como señala Cadavid (2018), la pregunta por la palabra auténtica “no indaga sobre el problema de la verdad sino sobre la posibilidad que tiene la palabra de ser ella misma” (p. 7). Consecutivamente, la alusión a Orwell apuntaba a resaltar la necesidad de volver a los hechos, dado que las palabras pueden llegar a ser usadas para ocultar la realidad. Este volver a los hechos no es un llamado positivista, sino un medio para resaltar el fenómeno de la posverdad a través de la rigurosa investigación académica.