Este artículo explora la presencia del crimen organizado en la región del Altiplano Central Mexicano, su dominio y poder en las estrategias de control que ejercen en los diversos actos delictivos a nivel regional. Al mismo tiempo, se analizan las actividades delincuenciales en las que involucran a los jóvenes y las repercusiones psicosociales que sufren las víctimas de la violencia física, simbólica que afecta la salud mental a nivel individual y colectivo, destruyendo los lazos de identidad, solidaridad y sentido comunitario en la población en general. El proceso de construcción de esta investigación fue bajo el enfoque de la metodología cualitativa, con una perspectiva teórica estructural que analiza la realidad psicosocial en donde la violencia es un factor que altera la salud mental, tanto de víctimas, como victimarios. Los resultados indican que los jóvenes que se integran a los Cárteles del narcotráfico son vulnerables y carentes, desarrollando actividades delincuenciales como el robo, secuestro y narcomenudeo acciones que los expone a mayores peligros, como consumidores de estupefacientes y a reproducir mayor violencia entre la población, alterando la estabilidad social y la salud mental de la población en toda la región.