Entre el procedimiento y la estética de la lectura en Otras inquisiciones Andrés Camilo Torres Estrada Entre todas las cosas que puede ser Otras inquisiciones (1952), propongo clasificar sus ensayos en tres categorías principales: a) un grupo de ensayos que reflexiona sobre un hecho o una idea (y la reconfigura y resignifica): un sueño o el concepto de clásico;1 b) otro que recoge (y reconfigura y resignifica) las diferentes entonaciones de una misma metáfora: lo kafkiano o el culto a los libros;2 c) un tercero "monográfico" que analiza (y reconfigura y resignifica) autores o libros concretos: Wilde, Quevedo o The Purple Land;3 además de esto, hay unos pocos ensayos que, como es justo con Jorge Luis Borges, exceden esta sistematización.4 De igual manera, los límites tampoco están del todo asegurados entre una categoría y otra: "De las alegorías a las novelas", por ejemplo, reflexiona sobre el problema de la alegoría, pero también recoge las diferentes entonaciones que esta discusión ha tenido. Como podemos ver, esta clasificación es excesivamente simple, pues una de las problemáticas que se desprenden de los ensayos de Borges [End Page 318] es saber exactamente de qué están hablando: en el ensayo sobre Shaw, por ejemplo, hay una larga disertación sobre por qué la literatura no es simplemente un juego formal en el que el autor irlandés no aparece, y la discusión sobre su figura ocupa menos de la última mitad del corto ensayo. Igualmente, "La muralla y los libros" ocupa la mayoría de sus líneas conjeturando las razones que pudo tener el emperador para mandar construir la muralla y exigir la quema de algunos libros (que, en una típica arbitrariedad significativa borgiana, se asegura que fueron todos), pero es principalmente recordado y citado por su último párrafo, en el que Borges parece dar una definición de la estética. Si estoy utilizando esta clasificación provisoria es únicamente para tener un punto de partida y para irla reconfigurando. Sin embargo, aunque provisoria, esta sistematización tiene una clara fundamentación: está constituida por índices importantes de cada ensayo, tales como el título y la intención que anuncian. Digamos, pues, que se trata de un ordenamiento básico y que confía (por ahora) plenamente en los índices. Por otro lado, esta clasificación quiere imponer una dificultad que la reflexión sobre los ensayos de Borges ha evadido al consumir esta producción de manera general; me refiero a que desde la aparición de una gran cantidad de textos que Borges no incluyó en sus Obras completas¸ y de otros que ni siquiera hicieron parte de algún libro, nos hemos acostumbrado a acercarnos a su obra ensayística sin reflexionar en sus modos de aparición concreta5 (de la misma manera, las antologías han colaborado a borrar la pertenencia de estos textos a los libros en los que aparecieron originalmente).6 [End Page 319] Para empezar a reconfigurar esta clasificación, diré primero que cada uno de estos grupos de ensayos obedece a un procedimiento. Es decir, una fórmula que estos ensayos están poniendo en ejercicio, que están situando en acción; una forma de lectura. El análisis que realizaré a continuación se concentrará en el tercer grupo, ya que en este podremos ver en ejercicio un proceso de lectura borgiano original, al mismo tiempo que la develación de sus formas de intervención. En este tercer grupo se pone en funcionamiento un procedimiento concreto: se trata de una máquina de lectura desinteresada, fascinada e impresionada por procedimientos particulares.7 Antes de explicar esta afirmación, es necesario contextualizar esta propuesta de lectura. La idea del procedimiento tiene una larga tradición crítica dentro de los estudios borgianos que no podemos pasar por alto. Por esta razón, es necesario reconstruir parte de esta discusión y fundamentar las posibilidades de encarar la ensayística borgiana desde la perspectiva del procedimiento y desde qué concepción de este es viable acercarnos...