El diseño ha sido definido como una conversación reflexiva con una situación (Schon, 1992), como la intensión de transformar una situación existente en una deseada (Simon, 1969) o como la interacción dinámica donde lo nuevo transforma lo que sobrevive en el proceso (Heskett, 2005). Como concepto, hace parte de diversos campos del saber y del hacer, sin embargo, no siempre fue así. En un comienzo, el diseño fue considerado como una actividad que sólo necesitaba conocimiento práctico y que podía ser desarrollado con habilidades intuitivas, pero que quienes lo desarrollaban adolecían de la capacidad para explicar los principios básicos que guiaban sus acciones (Buchanan, 2001). Fue sólo hasta principios del siglo veinte con la profesionalización, que el conocimiento en diseño comenzó a ganar terreno lentamente y se le reconoció como susceptible de ser investigado. No obstante, aún quedan muchas preguntas sobre su naturaleza. La investigación en diseño ha tenido un amplio desarrollo, pasando de ser entendida como la acción de búsqueda y definición de requerimientos para ser aplicados a proyectos de diseño, a la concepción del acto de diseño como una forma de investigación.