En Colombia, la movilización de centenares de personas desplazadas a lugares escogidos al azar como residencia forzada, es el pan de cada día. La violación de principios esenciales de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario se manifiesta a través del abandono territorial, la desubicación, la ansiedad, la desesperación, el hambre y el porvenir incierto que marca a familias enteras bajo el rótulo de “desplazados”, y que afecta principalmente a la población infantil. Son grupos de campesinos de todas las regiones del país que de la noche a la mañana se ven obligados a emigrar al casco municipal para proteger sus vidas, sin ninguna otra opción que dar comienzo a una nueva vida de pobreza, con pocas oportunidades y marcada por la estigmatización social.