Este artículo examina las fotografías que los medios de comunicación y sectores de opinión denominaron “los campos de concentración de las FARC” en Colombia. Utilizadas como analogías de los campos de concentración nazis, estas imágenes, publicadas por primera vez en octubre de 2000, se erigieron en “plantillas” del horror imperdonable. La reflexión plantea cómo las narrativas y las imágenes de los medios se constituyen en vehículos con capacidad para orientar la memoria no solo del pasado, sino del presente y el futuro.