Este artículo estudia tres documentales elaborados a partir del relato en primera persona que revelan la forma en que los realizadores asumen un ejercicio de memoria ante el impacto del asesinato de un ser querido, en sí mismos y en los demás integrantes de su grupo familiar. De(s)amparo, polifonía familiar (2002) de Gustavo Fernández Vega, Carlos Pizarro. Un guerrero de Paz (2010) de María José Pizarro Rodríguez y Carta a una sombra de Miguel Salazar y Daniela Abad (2015) muestran una tendencia renovadora en la producción documental en Colombia que abre espacio a la experiencia subjetiva de duelo y al reconocimiento del complejo entramado de las relaciones familiares, durante la agudización de la violencia de finales del siglo xx en Colombia.