El objetivo de este artículo es comparar los cambios políticos de Costa Rica, Colombia y Venezuela desde la llamada “segunda ola” de la democracia hasta la contemporaneidad. En el artículo se afirma que la condición de solidez democrática puede ser perjudicial para la democratización, que una democracia de calidad no es la que se presenta necesariamente como la más estable sino la que tiene mayor capacidad de adaptación para incorporar institucionalmente las tensiones sociales, y que uno de los factores fundamentales para evitar los fenómenos antidemocráticos como el populismo y la violencia política, es la cobertura de izquierda a derecha del espectro político democrático por parte de los partidos.