Me complace mucho en acompañar hoy al profesor Jaime Jaramillo Uribe en esta reunión en la que se da el más alto reconocimiento que existe en Colombia de mis contemporáneos dedicados a la historia, a las ciencias sociales o de la cultura, en deuda con ese trabajo paciente y sobrio del profesor Jaramillo. Tuve la fortuna de encontrarlo en la Universidad Nacional, a comienzos de la década de 1960, y no voy a cometer la impertinencia de referirme a todo lo que pude aprender al tenerlo como profesor y, luego, como colega y amigo. Quiero más bien señalar aquellos elementos y rasgos de su trabajo como historiador y como pensador que más han contribuido a darle un matiz especial a la actividad de investigación histórica y a la reflexión social en Colombia.