En el régimen de los Jemeres Rojos la lengua y el lenguaje fueron profundamente afectados, lo que puso en peligro tanto las referencias simbólicas del sujeto como su capacidad de subjetivación. Pero los sujetos resisten, en cualquier época y en cualquier lugar, y el humor como confrontación con el agujero en el significante fue su herramienta. Al lenguaje convertido en una serie de eslóganes el pueblo respondió mediante contra-eslóganes, única arma de estos sujetos desposeídos de todo para luchar y para tratar el goce, para hacerlo pasar al significante tratando al Otro, la maldad del Otro.