El relato de los avatares de Pedro Serrano, que le permite a Garcilaso de la Vega cuestionar nociones de alteridad entre españoles e incas, es retomado en el siglo XIX por el escritor colombiano Manuel Uribe Ángel y modelado en forma de alegoría nacional. El naufragio como metáfora da lugar a la imagen de lo primigenio, espacio para que Uribe Ángel revise la historia de América y de Colombia y, desde un contexto posterior a la independencia, le dé peso al legado indígena en la construcción nacional, a la vez que valore y cuestione aspectos culturales traídos por los españoles.