El artículo analiza la creciente centralidad de las políticas de poder blando en la Rusia de Putin. Sin embargo, a pesar de las declaraciones sobre la importancia del ejercicio de un poder alternativo a la mera fuerza militar, se destacan las dificultades de Moscú que, en los momentos de crisis internacionales, regresa a la tradicional política imperial frustrando los esfuerzos hechos para promover una imagen positiva del país. Por tanto, el principal problema para la Federación Rusa parece ser su capacidad de resultar creíble y de definir un sistema de valores atractivo, que no dependa de las directivas gubernamentales y sea el resultado de principios compartidos en una sociedad madura.