A partir de la consulta y el cotejo de fuentes documentales y hemerográficas, civiles y eclesiásticas, el presente artículo analiza la relación de los gamonales y las autoridades civiles locales con grupos armados institucionales y parainstitucionales, los cuales, mediante el ejercicio de la coacción y la persecución, sirvieron como instrumentos para lograr el triunfo electoral de sus partidos políticos. Esta relación convirtió a dichos actores en artífices de primer orden de la fase inicial de la violencia liberal-conservadora, que empezó bajo el gobierno del presidente colombiano Enrique Olaya Herrera (1930-34).