Este ensayo examina las características culturales que posibilitaron la vida literaria mexicana de mediados y finales del siglo XIX. Se centra en la figura de Ignacio Manuel Altamirano como crítico y promotor de las instituciones literarias de la época, a saber: las tertulias y cofradías, las publicaciones periódicas, la edición de libros, la traducción y lectura crítica de la literatura, en últimas, la especialización del escritor y la formación del lector, todo ello bajo los parámetros del nacionalismo liberal mexicano, durante el periodo conocido como Reforma.