Recuperando una crucial pregunta de Humberto Maturana para contextualizar problemáticamente la presente reflexión, abordaremos entonces algunos aspectos globales de la gran discusión que gira hoy día alrededor de las complejas relaciones entre la Escuela y la Sociedad, y lo haremos limitándonos solamente, en el corto espacio de este artículo, a señalar algunos de los que percibimos como hilos matrices de la trama de factores, dinámicas y elementos que entretejen esta relación. Nuestras naciones hispanoamericanas, y la colombiana en particular, fueron configuradas, en sus prácticas, en sus instituciones y en sus imaginarios conceptuales y valorativos de un modo paradójico: fueron, fuimos y quisiera adelantar, en parte seguimos siendo— sociedades al tiempo rígidamente escindidas y profusamente intervinculadas. Los espacios, los tiempos, las dinámicas, con sus prácticas sus discursos y los discursos sobre los discursos, los sujetos, se construyeron a partir de un principio de catalogación excluyente: ordenar han sido igual entre nosotros a estratificar; y estratificar ha sido idéntico, históricamente, a excluir.