<span>De la destrucción fenomenológica resulta que el ser-hacia-la-muerte, como <span>ser-desde-la-vida, es el fenómeno originario que abre todas las posibilidades <span>de la existencia: la existencia es vida. También de ahí resulta que el mundo es <span>una totalidad comprensiva que “gravita” en torno a un determinado “centro”. <span>El modo en que estos dos resultados se relacionan, constituyendo así un nuevo <span>entendimiento del fenómeno de la comprensión de ser, se elabora a través de la <span>construcción fenomenológica, ya echada anteriormente en falta en este punto <span>en la teoría heideggeriana. Dicho vacío es el cuerpo, puesto que la autodeterminación dada entre proyección y facticidad solo puede darse y comprenderse <span>realmente si ambas son concebidas como corporales. Finalmente, la reducción <span>mostrará que la existencia, al ejecutarse comprensivo-corporalmente, <span><em>es en </em><span>y <span><em>es </em><span><em>la </em><span>diferencia ontológica. Es la secuencia en que este artículo aborda el tema de <span>la diferencia ontológica desde una fenomenología hermenéutica.</span></span></span></span></span></span></span></span></span></span></span><br /></span></span></span></span></span>