Desde hace algo más de un año se ha venido extendiendo en la mayor parte de los círculos de expertos y foros de debate que una de las razones más importantes que dificultan una salida firme de España de la crisis económica y social es el declive industrial que la ha acompañado y que se había iniciado, incluso, antes de que se produjese el desencadenante financiero de la misma. Este hecho, aunque reconocido con más o menos unanimidad, tampoco ha tenido respuestas enérgicas ni reacciones vigorosas y, menos, resultados apreciables: en todo caso han parecido más acciones de frenar el deterioro que de impulsar un desarrollo