Recuero mi primer viaje a San Agustín con el profesor Luis Ernesto Lasso, en el curso de Literatura Hispanoamericana, año 1985. La emoción que sentí desde el momento en que empezamos a ascender por entre las montañas majestuosas, entre cascadas y en el fondo del rio Magdalena con sus aguas límpidas y rápidas. Sin saberlo, esta salida se convirtió para mí en un viaje de iniciación, en una experiencia vital que determinó mi relación con el pueblo, con el paisaje y con la gente que va mucho más allá de su valor arqueológico.