Las sociedades funcionan a través del imaginario colectivo» el cual debe irse transformando y adecuando a las necesidades de las nuevas generaciones. Sin embargo, la velocidad de la comunicación y la cantidad de imaginarios foráneos intemporales que transitan por los mass media, no admiten la apropiación de una sola identidad territorial o histórica. Por consiguiente, se exige un eje identitario que permita al individuo reconfigurar y reestructurar continuamente su subjetividad.