Este artículo busca caracterizar la red que se tejió, por un lado, entre lugares tan distantes como Londres, Glasgow, París y Madrid, y, por el otro, Quito, Guayaquil, Archidona y Ambato. Esto debido a que varios naturalistas residentes en el territorio que en 1830 acababa de ser bautizado como “Ecuador”, se relacionaron con hombres de ciencia en Europa a través de distintos tipos de vectores. Por tanto, el presente trabajo destaca las relaciones e intereses que tuvieron los personajes que participaron en esta red transnacional de intercambio de especímenes, conocimientos, ideas y libros; poniendo énfasis en los contextos locales de dichos científicos y sus diversos roles en esta red.