Abstract Los intelectuales constituyen una categoría social de diffcil precisión. En efecto, la relación histórica entre intelectual y vida pública esta asociada a un momenta preciso de la cultura eurooccidental: ese momenta de fines del siglo XIX en que la controversia sobre una decisión del Estado, y mas específicamente del poder judicial, provocó la acción colectiva de reputadísimas figuras científicas, artísticas y literarias de Francia, encabezadas por Emile Zola, seguido de otros como Anatole France y Marcel Proust. El episodio es conocido simplemente como el ‘Affaire Dreyfus’, y el pronunciamiento público como el Manifiesto de los Intelectuales (1898). Los intelectuales hablan puesto en aquellas circunstancias al servicio del interés general de la sociedad 10 que se ha considerado su privilegio, el ser depositarios de un capital específico, el capital cultural, un capital cuya característica esencial es que no se gasta tanto a favor de sus propietarios sino de causas que comprometen la sociedad en un momenta determinado. Los signatarios, convencidos todos de la inocencia del oficial francés de origen judío, Dreyfus, acusado de espionaje a favor de los alemanes, tomaron partido por Dreyfus, es decir, le apostaron a la verdad y a la conciencia, frente a quienes, invocando la razón de Estado, se negaban a reconocer el error judicial y sus consecuencias. Cuál es su relación con el Estado, con el pasado nacional, con sus lealtades de clase y de partido, y cuál el alcance y límites de su autonomía, son las preguntas a las cuales des de entonces han tratado de responder, con diferentes enfoques teóricos y metodológicos, autores como Max Weber, Antonio Gramsci, Julien Benda, Robert Merton, Jean-Paul Sartre, Norberto Bobbio, Pierre Bourdieu y muchos otros. Más allá de cualquier definición, el tema de los intelectuales es un tema esencialmente político.
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Afro-Latin American Studies
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FuenteJournal of Iberian and Latin American Research