Colombia decidió hace veinticinco años institucionalizar la participación ciudadana como parte de la descentralización del Estado. La participación ciudadana fue entendida como una forma de acercar el gobierno a los ciudadanos y como un medio para democratizar las decisiones públicas. El desarrollo de la participación ciudadana ha pasado por dos momentos: el primero de ellos se caracterizó por la acogida que tuvo la reforma entre la mayoría de los colombianos y por la multiplicación de espacios institucionales de participación. La segunda etapa se caracteriza por el efecto negativo de dos factores sobre la participación institucional: la implantación de un régimen político autoritario y la incidencia del conflicto armado en la gestión pública. Como alternativa, los colombianos acuden cada vez más a espacios informales para expresar sus demandas al Estado. El reto actual es fortalecer la participación ciudadana a través de varias estrategias: cambio normativo, pedagogía ciudadana, nuevos diseños institucionales y transformación de esquemas culturales.