<p>La reinvención del psicoanálisis que impone la época conlleva necesariamente la reinterrogación de la histeria —co-fundadora de nuestra práctica—, nominación utilizada en sentidos y niveles epistémicos muy diversos por los psicoanalistas, en los que la fenomenología, la estructura, el discurso y el síntoma suelen confundirse con frecuencia. Difícil de asir como categoría unívoca —situándose, sin embargo, como eje medular de nuestras conceptualizaciones—, interrogar la histeria nos devuelve la pregunta de forma invertida y nos obliga a interrogarnos acerca de nuestros fundamentos y, particularmente, a la hora de referirnos a la clínica actual y a los llamados nuevos síntomas, sintomatiza como mítica nuestra referencia histórica a la histeria clásica.</p>