La antigua creencia de que los humanos son seres compuestos de cuerpo y alma alivia el desconsuelo de que esta vida sea todo lo que tenemos, apaciguando el temor a la muerte al ofrecer la ilusión de una vida sin la carga dolorosa del cuerpo; pero también justifica prejuicios y supersticiones surgidos de fenómenos como el sueño, la alucinación o la mera imaginación. Esas hondas motivaciones recibirían con la filosofía cartesiana una poderosa justificación. Sin embargo, aceptar que cuerpo y mente sean dos sustancias distintas ha planteado importantes problemas para los que pareciera no haber respuestas satisfactorias. [Fragmento]