Partiendo de una definición de la ética en general, de la ética médica y de la bioética, el autor discute estos conceptos en cuanto se relacionan con la atención del paciente en fase terminal, así como los temas de la muerte, el sufrimiento y los sentimientos que despierta el saberse moribundo. Hace énfasis en las relaciones médico-pacientes y médico-familia y en los valores éticos de la igualdad y la reciprocidad. Plantea cómo a menudo el médico carece de una actitud correcta frente al paciente terminal y propone guías para el trabajo médico en tales circunstancias. Destaca la necesidad de respetar en todo momento la autonomía y la dignidad del enfermo y de saber usar con sabiduría los recursos tecnológicos disponibles.