Este articulo toma dos cuentos representativos de destacados escritores criollistas, «El hombre muerto» de Horacio Quiroga y «La epopeya de Moni» de Mariano Latorre, y los relee a traves del lente politicamente cargado de la critica ecologica. Tras contextualizar el analisis explicando las etimologias de «ecologia» y «critica ecologica» y proponiendo una estrategia alternativa de lectura que se denomina «leer el lugar», el estudio se concentra en el cambiante y delicado rejuego en los cuentos entre lo humano y lo natural, descubriendo tanto marcadas similitudes como importantes diferencias. Por su permanente preocupacion y respeto por el contorno mayor de la tierra, ambos textos se caracterizan como proto-ecologicos. El articulo concluye considerando algunas limitaciones de la critica ecologica —moralizacion simplista, preocupacion exclusiva por el tema a coste de la forma, ceguera a lo jugueton de la literatura—, y proponiendo medios para superar tales limitaciones