José Oubrerie trabajó como colaborador en la rue de Sèvres entre finales de 1957 y 1965, y nos ha querido brindar la oportunidad de conocer desde dentro su experiencia en el atelier bajo la tutela de Le Corbusier, así como los acontecimientos posteriores que ilustran su concepción de la arquitectura. Siendo las condiciones de su trabajo tan especiales, es oportuno dibujar un retrato de su dilatada carrera en un formato mucho más directo y ágil, no obstante envuelto en el rigor inevitable del ámbito académico en que se inscribe. Exigente, incisivo, incansable y agradecido, José nos deja momentos y pensamientos realmente valiosos, felices e, incluso, amargos. La lección fundamental: la obligación del arquitecto de asumir su responsabilidad con la sociedad, de experimentar y de trabajar para que, una vez más, triunfe la poesía.