Entre los principales factores que provocan el incremento en la demanda por habitar los fraccionamientos cerrados se encuentran: a) el miedo, provocado por el incremento en los niveles de inseguridad en las ciudades; b) el consumo, motivado por la publicidad que promueve una cultura consumista (Lopez y Rodriguez 2004); y 3) la busqueda de status social (Enriquez, 2006), por parte de las clases medias y altas, encuentran en los fraccionamientos cerrados una alternativa eficaz para expresar exclusividad y prestigio en la sociedad a la que pertenecen. Los anteriores constituyen elementos claves en el nuevo discurso de la oferta inmobiliaria actual, la cual “inventa y vende una amplia variedad de estilos de vida del emergente modelo de urbanismo cerrado” (Mendez, et al, 2003:56). De esta forma se puede entender que el sector privado impulse el desarrollo de los fraccionamientos cerrados como el modelo mas deseable de desarrollo habitacional, asociado a la idea de un estilo de vida mejor, y prestando poca importancia a los impactos urbanos que el crecimiento de este tipo de fraccionamientos estan produciendo en las ciudades.