La escritura, proceso complejo y valorado socialmente, es entendida grosso modo como una habilidad adquirida y desarrollada en las primeras etapas del sistema educativo y, en consecuencia, el nivel superior recibe usuarios capaces de demostrar sus competencias discursivas y textuales. Después de once años de escolaridad, esta pareciera ser la realidad; sin embargo, los hechos demuestran que los escritos universitarios presentan carencias en lo conceptual, lo estructural-textual y lo formal. Ante esta situación, la cultura escrita en la universidad exige una concienciación institucional y personal (alumnos y docentes), razón por la cual se propone reflexionar sobre esta realidad y ofrecer un plan de trabajo interdisciplinario entre la lengua y las otras áreas del conocimiento.