Con el fin de no darle a mi exposición el aire de una reflexión esotérica o erudita, válida solo para algunos autores "clásicos", plantearé mi problema cediéndole la palabra a Clarice Lispector, quien hace de su personaje Lucrecia, en la novela A Cidade Sitiada, el emblema de lo que amenaza, a la vez, al cuerpo vivo del personaje, al de la ciudad Sâo Geraldo y al cuerpo del texto literario.Con los caballos, cuya fuerza es indispensable para la construcción, Lucrecia es el emblema de la "función arcaica" de los fundadores, pero también del abismo que separa el modo de ser y el lenguaje de estos -puro acontecimiento -del modo de ser y del lenguaje de los habitantes de la ciudad/cultura fundada, de los "clubes" y de las "asociaciones" que suministran el tejido concreto de una sociedad dada.Esta distancia inconmensurable, insuperable, se plantea, desde las primeras páginas de la novela, mediante la incomprensión que separa a las muchachas del "club", las "socias", de Lucrecia, quien no logra hacerse entender:
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Philosophical and Cultural Analysis
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FuenteMutatis Mutandis Revista Latinoamericana de Traducción