Este artículo analiza el mundo laboral de dos “posiciones estratégicas” en tiempos de zozobra: los constructores de la fortaleza de San Carlos y los operarios de su fábrica de armamentos, detallando la necesidad de una adecuada cadena de abastecimiento, así como sus particulares regímenes laborales. En sus diferenciaciones (de ser llamados peones pasan a ser obreros junto a operarios) radica el quiebre entre la labor no calificada en “Antiguo Régimen” y actividades tentativamente protoindustriales. Tanto los trabajadores imbuidos en la construcción como los operarios de la maestranza fueron actores sociales de primer orden y su labor resultó clave pues de ellos dependió, en cierta medida, la defensa del sistema económico de la monarquía y la sobrevivencia del régimen novohispano.